martes, 4 de febrero de 2014

Tatuaje de ojos, la última moda en América Latina.

El uruguayo Víctor Peralta y su esposa -récord Guinness en tatuajes- ya probaron la técnica y van por más: se colocarán joyas en el globo ocular
Se le llama tatuaje escleral o eyeball tattoo. Desde hace algunos meses es el boom en algunas partes del mundo. En Argentina es una moda en ciernes.
De hecho, el uruguayo Víctor Peralta y su esposa Gabriela -récord Guinness en materia de tatuajes y piercings- también adoptaron esta modificación corporal.
Peralta exploró el tatuaje de ojos en San Pablo, Brasil. “Somos de los primeros en probar esta técnica”, contó orgulloso.
El matrimonio suma más de cincuenta piercings, implantes corporales y dentales, expansores en las orejas, un centenar de tatuajes.
Desde hace un tiempo, ambos pintaron sus ojos. “Tengo uno verde y otro azul, y mi esposa, ambos negros. Nos gustó probar la técnica y confiamos en quien nos tatuó. No tenemos temor a lo que pueda pasar”, dice.
Los Peralta planean ir ahora un paso más allá: existe la posibilidad de implantarse en el globo ocular unas pequeñas joyas de platino.
El procedimiento, denominado SafeSight Eye Jewellery, consiste en realizar una pequeña incisión en la parte conjuntiva del ojo (membrana transparente externa) para insertar una delgada pieza de joyería.
La intervención tarda unos diez o quince minutos. En las clínicas estadounidenses, el costo para el paciente ronda los 4 mil dólares.
Los diarios Perfil y La Nación publican este fin de semana notas alusivas a esta corriente que comenzó hace dos años en Estados Unidos. Al principio se usaba como cambio cosmético en pacientes con cataratas y otros problemas oculares.
Ahora, en cambio, es una tendencia en personas que buscan una estética alternativa.
“Me colocaron unas gotas de anestesia y luego me pincharon varias veces. Se siente una presión en el ojo cuando la tinta se esparce”, dijo Patricia López, que decidió tatuarse de color fucsia sus ojos.
Es fotógrafa, vive en Avellaneda y hace un año un tatuador venezolano le realizó el cambio en sus ojos.
“Elegí un color femenino y me gustan más así. No recuerdo cómo eran mis ojos antes. Para mí es normal tenerlos tatuados; mi vista no cambió en absoluto”, agregó.
Al principio se le hincharon los ojos, pero con las horas sus ojos mostraron el efecto deseado.. Es que es una intervención invasiva.
“Mi familia tenía miedo por mi salud, pero entendieron que es algo que elijo”, señaló.
Sin embargo, oftalmólogos consultados advirtieron que sta práctica puede provocar una disminución visual con el paso del tiempo, e incluso ceguera.
“Las inyecciones pueden ser difíciles de controlar. Una punción demasiado profunda, o muy superficial implica distintos riesgos. Esa capa del ojo mide un milímetro de espesor. Puede ser algo devastador. También se corre el peligro de que la tinta se propague sin control en el glóbulo ocular, lo cual es irreparable”, aseguró Carlos Daponte, presidente del Consejo Argentino de Oftalmología, según consigna Perfil.
Para el licenciado Alejandro Schujman, llegar a tatuarse los ojos esconde “un trastorno de personalidad”. Según él, es la parte más sensible del cuerpo y de algún modo es un acto de “ autoflagelación”, consigna la publicación argentina.
“Elegir pintarse los ojos es algo que no está en nuestra genética”, añadió.
En Venezuela ya es una moda consolidada. En Colombia y Brasil va en camino de ser una práctica en ascenso.
El diputado brasileño Rogério Mendonça Peninha quiere prohibir por ley el tatuaje escleral, basándose en recomendaciones médicas que advierten de las consecuencias de este tipo de operaciones.
Según Mendonça, “es una “mutilación”, pero su proyecto no ha tenido hasta el momento demasiado predicamento. Hay otras urgencias en el parlamento y no hay quorum para prohibir aquello que está relacionado con la libertad individual.

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